miércoles, abril 08, 2015

De vuelta, infinitamente de vuelta.





La Palabra.
La fuerza o la muerte de ella.
Este sitio estaba abandonado, sin embargo he visto la necesidad de parar otra vez al ejército de mis letras en prosa. Las más desordenadas, las más rebeldes de ellas.
Son mis hijos ilegítimos- en el antiguo estatus- pero se me acercan y me arrancan los cabellos de cuajo, me hacen morisquetas sobre mi decisión de tenerlas como las menos preferidas.
Lo mío siempre ha transitado por recoger versos desde las estrellas y - en el mejor de los escenarios- construir un poema que pueda ser leído en China o en Mozambique,
La tarea siempre es dura. No toda la escritura poética pasa la "poda" como diría Arteche y muchas, pero muchas veces nos quedamos con las manos vacías, pero tal vez la tarea está cumplida y no llegará al lector el fruto de una borrachera insana.
La prosa, en cualquiera de sus formas no es otra cosa más hermosa que gritar por la ventana.
Los ritmos son absolutamente distintos, y muchas veces ese asunto de disparar a la bandada- sobre todo en la novela- parece no ser tan efectivo como el disparo con la precisión del francotirador que lleva el verdadero poeta. El poeta es un francotirador. Eso no lo olvido y me hace no creer jamás en los escopetazos. Son poco dignos. El cartucho tiene poco filtro y se desparrama.
El poeta no puede estar lejos de su contingencia y de la sangre que llega a los ríos.
Por eso hoy necesitamos del "racimo", requerimos gritar como en las ferias de la infancia, necesitamos debate frente a los días que se han dejado caer con sus pesados cuerpos sobre nuestra pequeña existencia de país.
Ocurren los días y las horas y nos nublamos en todas las sedes.
Faltan voces con las que volvamos a sonreír.
Pero no sólo reír por los vinos recién abiertos.
Las únicas grandes revoluciones del siglo veintiuno vendrán de la mano de todas las palabras unidas en torno a un nuevo mapa de educación para las naciones pobres que retome la idea de la cultura al alcance de todos que evite la ignorancia y el analfabetismo contemporáneo que no es otra que la desinformación- mayor capital de los padres e hijos del poder.
La cultura y la palabra- como primera puerta de acceso- es el el único cuchillo capaz de hacer cortes transversales a un modelo de vida y económico que evita a toda costa que los ciudadanos tomen una posición y se organicen.
Frente a la oscuridad en la que nuestras calles, nuestras instituciones y nuestros líderes (aunque no sean tan nuestros), se debaten entre el bien y el mal por estos horribles días de desencanto, cunde la necesidad de informarse, de que debatamos de una vez por todas sin el sillón del poder y sin el pasamontañas. A cara descubierta.
Necesitamos escribir con honestidad los caminos de nuestro futuro, desde todos los ámbitos posibles; aunque la honestidad sea un bien tan preciado como el agua en nuestros desiertos.
Por eso volvemos. Por eso reabrimos este espacio.
Ya sea de literatura o de los crudos sucesos que nos rodean, cada semana saldrá una columna para zamarrear.
Necesitamos pensar, sin que nunca más nos den con "todo lo que tienen".... en el ojo.
Al menos, yo no volveré a estar con la guardia abajo.
Acá está mi palabra.
Al final terminé dando un escopetazo.
Salú!
   

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